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Cuadro de ánimas. 1635. 📷 Rafa Cazalla. |
Las ánimas fue un tema muy recurrente en el arte propagandístico de la Iglesia a partir del Concilio de Trento (1545-1563), ya que uno de los grandes puntos que se trataron en él, fue la existencia del Purgatorio. Un lugar (yo más bien diría un estado espiritual) envuelto en llamas donde las almas deben limpiar sus pecados veniales para poder entrar puros en el Cielo. Las oraciones, ofrecimientos de misas, rogativas… hacen que la estancia en el purgatorio sea más leve, evitando así algo de sufrimiento a estas almas. Esto era algo que negaban totalmente los seguidores de Lutero y su reforma protestante.
Como consecuencia, en la mayoría de los templos católicos habría alguna pintura, relieve, escultura, retablo, etc. dedicados a las ánimas y al purgatorio.
Los retablos que tratan esta temática, ya sea formado por pinturas o relieves, suelen tener una distribución muy similar, siendo este: Las ánimas sufriendo las llamas del purgatorio en la parte inferior; el Arcángel San Miguel en el centro, pesando las obras buenas y malas de cada alma en una balanza en su mano izquierda y con una espada de metal o llameante en su derecha; ángeles recogiendo a las ánimas que ya han purgado sus pecados y están preparadas para ir al Cielo flanqueando al Arcángel. En un plano superior, se ubicará la Gloria. En ella se encuentran las almas que disfrutan ya del Paraíso, la Virgen, ángeles que portan instrumentos de la Pasión de Cristo, puede aparecer en ocasiones el Apóstol San Pedro con las llaves, algún orante como santo o donante de la obra, y/o el propio Cristo; que puede ser representado crucificado, como Rey, resucitado, con el monograma JHS, por la Cruz, los instrumentos de su martirio; o formando parte de la Santísima Trinidad con el Espíritu Santo y el Padre Eterno. En ocasiones el Padre Eterno brota en la parte superior, rematando el retablo. Quizás este podría haber sido el caso que tratamos.
Tarifa no fue distinta, por eso
se encarga el retablo de ánimas que, pese a desconocerse cómo sería, suponemos
tendría una estructura simple, siguiendo el tipo denominado “cuadro o retablo
de altar”, donde su estructura arquitectónica, se reduce a un sencillo marco o
molduraje, con mucha herencia aun manierista, alcanzando su máximo desarrollo
en el siglo XVII.
El lienzo que tratamos en esta ocasión,
perteneció al desaparecido retablo de
ánimas de la iglesia de San Mateo de Tarifa, que se ubicaba en el tercer tramo
de la nave del Evangelio, aproximadamente donde hoy podemos ver la hornacina
que alberga al Cristo de Medinaceli. Actualmente, la pintura la encontramos en
el primer tramo de la nave de la Epístola, sobre la pequeña puerta de acceso al
campanario.
Pero, dejando por ahora cómo sería el retablo, me
quiero centrar exclusivamente en la pintura. ¿Cómo es el cuadro ánimas de la
iglesia de San Mateo?
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Detalle del plano inferior. 📷 Rafa Cazalla. |
En el plano intermedio, vemos a
personajes que van entrando en una
especie de túnel nebuloso del que sale una luz cálida. Si acudimos al libro del
Apocalipsis, podemos leer "[…] eran tantos que nadie podía contarlos. Iban
vestidos de blanco y llevaban palmas en las manos.” (2). Son los santos, es decir, aquellas personas que ya han purgado sus pecados y entran
en la Gloria, en el Cielo.
Una vez que hemos visto algo de
la pintura, sin entrar en detalles, intentaremos profundizar algo más en la
obra.
Sabemos que “Diego Salado Mesa y
Francisco Tobar Hidalgo, de la cofradía de Ánimas, firman en 1635 un contrato
ante el escribano público Francisco Bermúdez de Gallegos, para que el
carpintero y dorador Alonso de Moya hiciese y dorase el retablo de ánimas de la
iglesia mayor de San Mateo.” (3)
Pocos datos hemos encontrado hasta la fecha de
Alonso de Moya. Por alguna reseña sabemos que era natural de Conil. La primera referencia de la que tenemos constancia, es que en
1630 se encuentra en Chiclana, concretamente en la antigua iglesia de San
Martín, donde recibe el encargo de Esteban Alonso de Molina para que hiciera
la imagen de San Agustín. Esto quiere decir que no sólo era carpintero y
dorador, sino que, al menos, tenemos la primera reseña de Alonso de Moya como
escultor. Desafortunadamente, la imagen del santo se perdió.
En el año 1633 lo localizamos en
Cádiz trabajando en la Catedral, la actual iglesia de Santa Cruz, junto a
Francisco de Aguilar, en la Capilla de los Vizcaínos.
“El 18 de septiembre de ese año,
se encarga la pintura tanto decorativa como de imaginería, por precio de
setecientos ducados de vellón, a los maestros Francisco de Aguilar y Alonso de
Moya, de diferente gusto y temperamento artísticos, como lo acreditan los
cuadros del retablo”. (4)
El historiador portuense Hipólito
Sancho dice en una nota que:
"La obra del retablo es anterior
a 1633, en que, ya colocado, se trata de su dorado y conclusión. Que a los
pintores Aguilar y Moya se deban las seis interesantes pinturas que en aquél se
encuentran y no simplemente el modesto dorado, pues alterna con color, lo dice
expresamente la escritura de concierto cuando establece que los artistas
pondrán los materiales necesarios para dorar el retablo y las imágenes y santos
en que estamos concertados, de buena manufactura, acabándolas de todo punto, y
además lo confirma: a)la dualidad de autores acusada por los cuadros, y b)el
elevado precio de la obra, setecientos ducados."
Y añade:
"Uno que ha pintado los dos
cuadros de los entrepaños de los costados —S. Agustín y el martirio de S.
Sebastián—, sigue los derroteros artísticos de Rubens, llegando en uno de los
lienzos casi al plagio; mientras que el otro, de más recio temperamento
español, sigue la escuela Hispalense y, en ciertos momentos recuerda a Pacheco
y Zurbarán en los cuatro lienzos pequeños del zócalo y de la parte superior de
los costados, que representa a S. Francisco de Asís, S. Antonio, un santo
asceta, hasta ahora inidentificable, y S. Ignacio de Loyola... La influencia y
la intervención del padre Del Campo es
manifiesta en la presencia de S. Agustín, su patriarca, en lugar preferente del
retablo, y dadas las estrechas relaciones que existieron siempre entre
vizcaínos y agustinos."
Hipólito Sancho no especifica qué pintor hace qué cuadros. Por tanto, hemos de suponer que Alonso de Moya hace los cuatro de menor tamaño. Una vez más, no disponemos de las obras en las que podríamos basarnos, ya que se perdieron. No obstante, debemos tener en cuenta que el cuadro de Ánimas o San Miguel triunfante que se conserva en la iglesia mayor de San Mateo de Tarifa, y que perteneció al mencionado retablo, tiene bastante acercamiento al quehacer de Zurbarán, de la misma forma, según la descripción de Sancho, que los que pertenecieron al retablo de la Capilla de los Vizcaínos de la Catedral “Vieja” de Cádiz.
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Arcángel San Miguel. 📷 Rafa Cazalla. |
Muchos han atribuido la pintura a Francisco Pacheco durante años, pero
este estilo zurbaranesco nos lo advierte ya en su artículo sobre ánimas en
Tarifa, Andrés Bolufer (5),
quien sugiere que pudiera ser una obra del taller de Zurbarán, exponiendo sus
argumentos que, por cierto, compartimos en su totalidad; aunque en ningún momento
se baraja la opción de que pudiese ser obra de Alonso de Moya.
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Arcángel San Gabriel. Zurbarán. 1645. Monasterio de la Concepion. Lima. 📷 Facebook Barroco Peruano. |
Si comparamos al San Miguel del cuadro tarifeño, con obras como San Miguel, San Gabriel o San Uriel de Zurbarán, para el Monasterio de la Concepción de Lima, en Perú, podemos observar la enorme similitud, sobre todo en las expresiones y la forma de mirar al espectador.
Los pliegues de los ropajes y el rostro aniñado sin arrugas, con
mejillas rellenitas y sonrosadas, boca pequeña pero con labios carnosos e
incluso el halo de santidad de la Virgen, pueden recordarnos a obras de
Zurbarán como “La Virgen dormida”, “Virgen niña en éxtasis”, “Virgen niña
rezando”, o incluso algunas de sus Inmaculadas.
Todo lo mostrado anteriormente, incluido el comentario de Hipólito
Sancho que nos dice que uno de los dos pintores de la Capilla de los Vizcaínos
de la Catedral “Vieja” de Cádiz, recuerda a Pacheco y Zurbarán y, teniendo en
cuenta la falta de documentación que poseemos hasta la fecha, nos hace
considerar la posibilidad de que el óleo de la iglesia de San Mateo, pudiera
ser obra del artista conileño Alonso de Moya. No obstante, hay mucho por estudiar
y quizás, futuras investigaciones nos acerquen un poco más a la
autoría de este lienzo.
(1)
Prov. 24, 16.
(2) Ap. 7, 9.
(3)
RAMÍREZ BONASSI, José Manuel. (2006). “Restauración de una pintura sobre
lienzo: San Miguel Arcángel en el Juicio Final”. Aljaranda, 63, Tarifa, p. 11.
(4)
GARMENDIA ARRUEBARRENA, José. (1989) “Cádiz, los vascos y la carrera de
Indias.” Vasconia: Cuadernos de historia – geografía, 13. Bilbao, pp. 11-231.
Enhorabuena👏, una maravilla de articulo y sobre todo, cosa q es de agradecer, su fácil lectura y comprensión 👍seguiremos atentos a la trayectoria de Alonso de Moya
ResponderEliminarMuy agradecido por por estas generosas palabras.
EliminarMuchas gracias, Rafa. Me ha encantado tu articulo sobre el cuadro de animas - que no recordaba - pero que ahora si que lo recordare. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Para eso estamos aquí, para difundir nuestro patrimonio. Un abrazo.
Eliminar👏👏👏
ResponderEliminarGracias!!
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