Depende de nosotros

La veneración de las imágenes, sean pinturas, esculturas, relieves u otras representaciones, componen un elemento relevante de la piedad popular; pero no se veneran por lo que son, sino por lo que representan, es decir, fundamentalmente Cristo, la Virgen María, o los Santos.

No obstante, hay que tener en cuenta que las imágenes son, en muchos casos, enormes obras de arte y nuestro deber es conservarlas y no maltratarlas.

Es cierto que, dentro de esta veneración, nos encontramos con actos como los besamanos o besapies. Sin embargo, a nadie se nos ocurriría ir por ejemplo al Museo del Prado y empezar a tocar el cuadro de Las Meninas, porque terminaríamos por romperlo y somos conscientes de que es una obra de arte y estaríamos cometiendo un crimen artístico, si se me permite la expresión.

De la misma manera que en un museo hay vigilancia para que no se comentan estos actos vandálicos, en un acto de piedad como un besamanos, hay miembros de la junta de gobierno de la Hermandad que sea, custodiando la imagen (o eso debería ser). Pero en una procesión, o cuando estamos solos ante una obra de estas características, parece que se nos olvida y podemos hacer lo que se nos antoje, parece que se eliminase la prohibición, aunque sea de forma efímera y es cuando pasamos a tocarla, como si nos fuese a transmitir un poder especial o nos concediera la gracia que le estamos pidiendo y, no nos damos cuenta que no vamos a recibir dicho poder, y lo único que vamos a conseguir es contribuir a que la obra se deteriore.

El pasado 16 de julio de 2022, durante la procesión de la Virgen del Carmen, sucedieron varias cosas que, desde mi punto de vista, no deberían haberse hecho. Primero, embarcar a la extraordinaria imagen datada hacia 1797, atribuida a Salvador Gutiérrez de León, de enorme valor artístico. Hay que sumar a este hecho, que el fuerte viento de levante, dificultaba la navegación y hacía que el agua del mar y la humedad existente, salpicara de manera considerable. No pongo en duda la buena voluntad pero, ¿cuál fue la solución? Poner una funda de plástico que cubría hasta el cuello, con lo que se produce vaho y roce con la talla. ¿Qué hacemos con la cabeza que no está cubierta? Fácil, lo más rápido es aguantar la corona de la Virgen con la mano puesta en la cara durante todo el trayecto. El roce, la grasa natural de las manos, la humedad... no es el mejor remedio para proteger la imagen. Pero claro, no había responsables que custodiaran para impedirlo y, tal y como decía antes, hacemos lo que se nos antoja, porque nadie nos vigila. ¿Consecuencias visibles? Rotura y pérdida de varias falanges de la mano derecha del Niño Jesús. Y, ¿ahora qué?

Antes y después de la pérdida de los dedos.

Estos últimos días he tenido la desgracia de ver otra consecuencia similar, producto de la mala manipulación o de ese afán por tocar las imágenes. Se trata del Ángel Custodio de la iglesia de San Francisco, una delicada y exquisita imagen que se data entre 1824 y 1825, atribuida a Juan de Astorga. En esta ocasión, se ha despegado la rotura del empeine del pie izquierdo del alma, el niño al que acompaña el Ángel, dejando una gran grieta que corre peligro de pérdida total. ¿Hay necesidad de tocar o moverla de cualquier forma?

El año pasado por este tiempo estival, como ya sabéis, se procedió al desmontaje de las vidrieras de la iglesia de San Mateo. La inmensa mayoría de las imágenes fueron protegidas con telas, e incluso apartadas de la zona de obras. Pero algunas, pese a las recomendaciones dadas a algunos de los responsables, fueron cubiertas con plásticos. Humedad + calor + polvo + plástico = malas prácticas. Ese es problema a veces, que se hacen las recomendaciones oportunas pero no se quiere hacer caso. Hace un par de semanas, durante el montaje de estructuras metálicas que sustentarán las vidrieras, el polvo y la suciedad era la lógica de una zona de obras. De nuevo, la mayoría de las imágenes, esta vez en sus ubicaciones habituales, estaban cubiertas de telas salvo las mismas que el año pasado estaban enfundadas en plásticos, pues carecían de protección. Supongo y espero que, a estas alturas, ya estén debidamente protegidas.

Detalle de la grieta antes y después.

A veces puede dar la sensación que palabras como estas no son más que críticas destructivas y que algunos estamos pendientes sólo para atacar y malmeter. Nada más lejos, al contrario. Lo hacemos público para intentar crear consciencia de que tenemos un tesoro muy valioso, que cada día se va perdiendo más, se desvanece como el agua entre las manos. Hechos como los descritos, deberían despertar el interés de todos, porque sólo así podremos conseguir conservar el patrimonio, y no creo que haya que llegar al punto de poner vigilantes o cámaras de seguridad por todos lados aunque, visto lo visto, en breve será la mejor opción. Si no queremos llegar a estos límites, colaboremos todos por favor, porque es nuestra responsabilidad. Depende de nosotros.

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