El combate entre don Carnal y doña Cuaresma. Pieter Brueghel el Viejo. 1559 |
No es la primera vez que hablo de esta pintura, lo hice hace años en otras webs; pero sigue atrayéndome por el enorme detallismo, y todo lo que nos narra con una gran carga de simbolismo. Para todos aquellos que no la conozcan, o que no se hayan fijado demasiado en ella, les diré que es más de lo que se ve a simple vista.
“El combate entre don Carnal y doña Cuaresma” es una obra realizada
por Pieter Bruegel el Viejo en 1559 y, para ella se basó en “El Libro de buen
amor” (1330 y 1343) escrito por Juan Ruiz, más conocido por el Arcipreste de Hita.
Esta joya narra una batalla gastronómica donde se enfrentan
el ejército capitaneado por don Carnal contra el de doña Cuaresma. El
despilfarro, la lujuria, la gula, los vicios, el juego, el desenfreno… contra
el ayuno, abstinencia, penitencia, limosnas, oraciones… Año tras año se sucede
el mismo episodio y siempre sale victoriosa doña Cuaresma, al menos desde el Miércoles
de Ceniza, hasta el Domingo de Gloria.
Veamos un poco más detenidamente el cuadro el cual, queda
dividido en dos mitades. La zona de nuestra izquierda es la parte que domina don
Carnal y, la de nuestra derecha la gobernada por doña Cuaresma. Pero, ¿dónde
están? Como en el juego de “¿Dónde está Wally?”, nos disponemos a buscar a los
protagonistas y otros personajes y curiosidades de esta obra.
Don Carnal |
Si nos vamos a la parte inferior de la pintura, podremos ver a un hombre grueso con buen colorcillo en la cara, sentado a horcajadas en un barril de cerveza, con cacerolas en los pies como si fuesen estribos, y porta una especie de brocheta gigante que contiene trozos de carne, pollo, una salchicha colgando y una cabeza de cerdo. Por si fuese poco, sobre su cabeza lleva un pastel. Sí, este es don Carnal o el Carnaval. Pero no va solo a la batalla; tras él, un personaje con un embudo en la cabeza, vestido de amarillo (color que se relaciona con el engaño), unos vasos en la mano y una enorme bolsa a modo de zurrón o riñonera. Otro personaje que lo sigue es un ciego que toca una zambomba, un niño que porta una vara con dos velas, y otros enmascarados que tocan instrumentos musicales y portan comida. Otros están jugando a los dados de la suerte. De la taberna, como no podía ser de otra manera, está plagada de gente y, delante de ella, una especie de tienda que parece representar una sátira sobre las bodas de Mopso y Nisa.
Doña Cuaresma |
¿Doña Cuaresma? Efectivamente, es ese personaje encarnado por una señora demacrada, extremadamente delgada o hambrienta, por el ayuno. Va sentada en una silla sobre un carro que es tirado por una monja y un monje. Sobre su cabeza, un panal de abeja, símbolo de la Iglesia; así como el pescado, que es precisamente lo que lleva en una pala de panadero, dos tristes sardinas con las que se enfrentará a ese espeto de carde del Carnaval. En el carro vemos alimentos típicos de la cuaresma, al menos en la Edad Media en los Países Bajos, como son los mejillones, lo que hoy conocemos por gofres, y unas rosquillas saladas. A doña Cuaresma le siguen unos obedientes niños que llevan la cruz de la ceniza en sus frentes, y personajes vestidos de colores oscuros que van repartiendo limosnas a pobres y lisiados.
En el centro de la composición hay un pozo y a su lado una pareja
de espaldas sigue a un bufón. Una escena que puede pasar desapercibida pero que
está cargada de simbolismo. El hombre tiene una especie de joroba, aunque más
bien oculta algo tras sus vestiduras. Es una figuración del egoísmo que sigue
al bufón porque no puede pensar objetivamente debido a sus faltas, debilidades…
que son precisamente esas cargas que porta. La mujer lleva colgado del cinturón
un farol apagado y se deja guiar por la luz de la antorcha del bufón. Muchos
han querido ver una metáfora de esas personas que, en su ignorancia, siguen a
la tentación o incluso a los líderes, pero sin tener opinión propia, es decir,
se dejan llevar.
Esparcidos por la plaza se ven algunos leprosos, perfectamente
identificados por las colas de zorro, ya que era usado como distintivo para
este tipo de enfermos. También vemos niños jugando, personajes con sacos de
comida, vendedoras de pescados… escenas típicas del final del tiempo de
carnaval y preparatorios de la cuaresma.
En la edificación del centro, una señora subida a una
escalera limpia los cristales de la ventana. Pudiera ser la personificación de
la Pascua. Es la simbología de la preparación y purificación para los días de
Gloria y hacia donde parece dirigirse el grupo de fieles que salen de la
iglesia con las cabezas cubiertas y portando sus sillas o reclinatorios, escena
que, se contrapone totalmente con las que salen de la taberna, borrachas y que
hemos visto anteriormente.
Muchos más detalles hay en esta tabla, pues da para un
estudio pormenorizado, pero creo que estas pequeñas características son
suficientes, sobre todo para aquellas personas que no sabíais de la existencia
de esta pintura y que, he considerado oportuna para este día.
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