Turismo Cultural: Expectativas vs Realidad

En estos días en los que se ha celebrado la Feria Internacional del Turismo FITUR 2022, quizás sea buen momento para hablar del Turismo Cultural de nuestra localidad.

Evidentemente, Tarifa se conoce y vive del turismo denominado de sol y playa, un turismo “fácil” si se me permite la expresión, ya que el propio atractivo de las playas, los deportes náuticos unido a la oferta de la hostelería en general, ya se nocturna o a lo que a gastronomía se refiere, hacen que aparentemente no haya que esforzarse mucho más en atraer al turista, no en vano, en temporada alta no cabemos y muchos de los propios residentes nos sentimos extranjeros en nuestro municipio, donde una gran parte de los foráneos no respeta nada ni a nadie, y los únicos desfavorecidos son los ciudadanos de “a pie”.

No niego que en temporada alta todos hagamos un esfuerzo para que el municipio se beneficie del turismo. Pero, ¿es el municipio el que se beneficia o sólo unos cuantos? ¿Es necesario prostituir la localidad de la manera en que se hace para favorecer a una minoría?

Es muy triste pasear y ver que, de noviembre a marzo o abril, muchos negocios están cerrados. Es triste para el habitante, los propietarios de los negocios posiblemente hayan ganado lo suficiente en temporada alta como para perder tiempo y dinero abriendo seis meses sus negocios al público. Y es triste porque el comercio cada día es más inexistente y estamos convirtiendo Tarifa en un lugar solo para un ocio irresponsable. Sí, digo bien, porque todos hemos visto y vivido cómo se destroza material urbano, o cómo no se cuida el patrimonio. Y el patrimonio es la esencia de Tarifa, es la historia de lo que fuimos y se refleja en su deterioro, en lo que nos hemos convertido.

Soy consciente de que es difícil romper la estacionalidad turística por los periodos vacacionales de los distintos visitantes y turistas pero, de la misma forma que nosotros nos desplazamos a ciudades y provincias de alrededor como Cádiz, Málaga, Sevilla, Huelva o Córdoba un fin de semana, ¿por qué no vienen ellos aquí? Porque falta oferta y atractivos que, además del sol y la playa, tenemos muchos y no hemos sabido explotarlos aún.

Estoy de acuerdo en que en FITUR se haga publicidad del Castillo de Guzmán el Bueno y de Baelo Claudia pero, todos los años es lo mismo. ¿De verdad no tenemos más patrimonio ni nada más que ofertar además de estos dos lugares, el Festival del Cine Africano y dos eventos en otoño? A lo mejor es que otros monumentos y BICs no los tenemos acondicionados y se nos caen como es el caso de la iglesia de Jesús, o el Castillo de Santa Catalina, las murallas y sus jardines verticales, o el propio Centro Histórico que poco a poco va perdiendo su idiosincrasia y se va convirtiendo en un lugar en el que nadie quiere vivir, por tanto es difícil mantener, y los nuevos propietarios (que transforman los edificios residenciales en negocios hosteleros) hacen lo que quieren sin respetar normativas (y se les permite) sólo porque no podemos “espantar” al turismo. ¡Caramba! Vaya forma de conservar lo que tenemos, o lo poco que nos va quedando. ¿Los perjudicados? Siempre los residentes, los únicos que pagamos para intentar que se conserve y crezca Tarifa, no en extensión porque durante nueve meses estamos solos, sino en calidad de vida.

Tampoco es lógico, si queremos romper la estacionalidad turística, que los eventos gastronómicos se realicen siempre en temporada alta o aprovechando puentes vacacionales. Es como querer pescar en un acuario y olvidar que tenemos un océano de posibilidades el resto del año; además, es imposible o muy difícil asistir por la gran afluencia de turistas. Con la gran variedad gastronómica que tenemos, sería bueno entrar en contacto con empresas culturales y organizar incluso paquetes en los que se oferten visitas o eventos unidos a una ruta gastronómica en un mismo fin de semana y así, al menos hacer dos paquetes mensuales para que todos los meses existan ofertas atractivas para todos los públicos. En este sentido, es importantísimo recuperar las recreaciones y eventos organizados por la  Asociación Histórico-Cultural "Tarifa 1812", que tan buenos resultados proporcionó.

El turismo cultural es el que puede atraer a turistas sin limitaciones temporales como el turismo joven o el de alto poder adquisitivo. Pero para eso, tenemos que saber acondicionar y preparar la localidad. De ahí la importancia, entre otros motivos, de conservar nuestro patrimonio que, no se limita únicamente al Castillo de Guzmán y Baelo Claudia, como decía anteriormente. Tenemos que aprovechar las posibilidades que tenemos y darnos cuenta que tenemos un vasto patrimonio (monumentos, paisajes culturales, patrimonio del siglo XX, arqueológico, inmaterial, subacuático, industrial…) que, en ocasiones está abandonado, en otras olvidado, y otras veces… ni sabemos que lo tenemos ni que existe; además de contar con un nutrido número de Bienes de Interés Cultural que somos incapaces de explotar y mantener.

Importante sería la creación de, al menos, un museo que albergara, custodiara y expusiera las piezas que deben andar (espero) en algún almacén e, ignoro si siquiera están inventariadas y catalogadas en su totalidad.

Debemos conseguir entre todos que nuestro patrimonio, lejos de ser una carga, se transforme en motor de desarrollo económico y social. Creación de empleo, interpretación, ocio cultural, comercio… son algunas de las características que trae consigo la explotación y puesta en valor de nuestro patrimonio, sin olvidar la conservación pues, el uso del patrimonio para fines turísticos, también puede traer su deterioro si no se hace de forma correcta; pero para ello hay que contar con un personal responsable, de calidad y controlar el acceso y comportamiento de los visitantes que, según nuestra experiencia en temporada alta, no respeta ni el patrimonio ni el municipio que lo acoge.

¿Turismo de sol y playa? Sí. ¿Turismo Cultural? Evidentemente también, porque son perfectamente complementarios, compatibles y ayudaría al menos un poco, a romper la estacionalidad, crear riqueza y, aprovechar para formar e informar a la población de cuáles son nuestras raíces, nuestras costumbres, nuestra razón de ser, nuestra identidad, nuestro patrimonio.


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