Buen Pastor. Sagrario del altar mayor de San Mateo |
El Niño Jesús como “Buen Pastor”
El tema del buen pastor se remonta a tiempos
paleocristianos, de hecho, se aprovecha la figuración pagana para cristianizarla,
aludiendo al evangelio de Juan que nos dice:
Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y
yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a
mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de
este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un
solo rebaño, con un solo pastor (Jn. 10. 14-16).
El modelo que Murillo creó de la iconografía del buen pastor
tuvo tal éxito, que se difundió a través de los seguidores, copistas,
grabadores, etc. contemporáneos al pintor o posteriores al él, tanto dentro como
fuera de nuestras fronteras.
La exposición de sus obras en museos, sobre todo en el del
Prado, hizo que esta divulgación tuviera mucha más repercusión. De esta manera,
hubo una producción ingente de copias de enorme calidad y, muchas de ellas, las
de pequeño formato, se ubicaron en las puertas de los sagrarios, como sucede en
este caso.
El buen pastor del sagrario del altar mayor de la iglesia de San Mateo, es una obra que siempre ha sido atribuida a la escuela de Murillo pero que, como hemos visto, bien podría ser también una de las miles de copias que se hacen; siendo el siglo XIX el momento de mayor proliferación de éstas, pero sin desmerecer el inicio del siglo XX, sobre todo la primera veintena, con autores como Fray Pedro de Madrid[1].
Iglesia San Mateo de Tarifa / Städel Museum |
En nuestro caso, observamos que sigue el modelo del buen pastor, realizado por Murillo entre 1675-1682, y que se conserva en Städelsches Kunstinstitut[2], Frankfurt am Main. Envuelto en un marco plateado con decoración de motivos vegetales forma la puerta que, a su vez, queda incrustada en una estructura neogótica de madera dorada, con columnillas y pináculos, que flanquean un frontón en el cual, a modo de tímpano, existe un relieve con de racimos de uvas y espigas de trigo, aludiendo y anunciando lo que guarda, la Eucaristía.
En cuanto a la pintura, vemos como el Niño Jesús en primer
plano sobre un fondo paisajístico, protege con su mano izquierda a una de las ovejas, mientras sostiene un
cayado con la derecha, dirigiendo su mirada hacia lo alto, hacia el cielo, de
donde procede la luz.
Quizás una buena limpieza devolvería la luminosidad y el colorido con que sería concebida la obra tarifeña, pudiéndose apreciar con más claridad la pincelada y otros muchos matices.
[1] Azanza
López, J. J. (2016). Un desconocido copista de Murillo: el capuchino Fr. Pedro
de Madrid (1880-1936). Laboratorio de arte, 28, 455-479.
[2]
Fotografía con licencia “CC BY-SA 4.0 Städel Museum, Frankfurt am Main”. https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/deed.en
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